Revisiones Bibliográficas

Enfoque multidisciplinario en el estudio del dolor bucofacial persistente

MULTIDISCIPLINARY APPROACH IN THE STUDY OF PERSISTENT OROFACIAL PAIN.

Autores:
  • Olga González Blanco. Odontólogo U.C.V., Magíster Scientiarum en Odontología Restauradora y Oclusión Universidad de Michigan, Profesor Asociado Facultad de Odontología U.C.V.
  • Ana Lorena Solórzano Peláez. Odontólogo U.C.V., Especialista en Prostodoncia U.C.V., Profesor Contratado Facultad de Odontología U.C.V.
  • Rebeca Balda Zavarce. Odontólogo U.C.V., Magíster Scientiarum en Prostodoncia U.C.V., Profesor Titular Facultad de Odontología U.C.V.
  • Cecilia García-Arocha. Odontólogo U.C.V., Profesor Asociado Facultad de Odontología U.C.V.
    Institución: Postgrado de la Facultad de Odontología de la Universidad Central de Venezuela.
Palabras: Dolor persistente, enfoque multidisciplinario.


Key word: Persistant pain, multidisciplinary approaches.



INTRODUCCIÓN.
Un gran número de condiciones patológicas que afectan la región bucofacial están asociadas a un dolor persistente y debilitante. El dolor es un fenómeno complejo que involucra la interacción de aspectos sensoriales, afectivos y cognoscitivos, por lo tanto es un área de investigación que se debería basar en la evaluación de los eventos que representan las diferentes dimensiones de la experiencia dolorosa. En el dolor bucofacial persistente las condiciones patológicas más prevalentes son las de origen musculoesqueléticas y, entre éstas, las más comunes son los trastornos temporomandibulares(1).

Si entendemos este problema como un fenómeno multifactorial, debemos aceptar la necesidad de constituir un equipo multidisciplinario. El odontólogo, como miembro del equipo, debe conocer la complejidad del fenómeno del dolor persistente para intervenir, no sólo, tratando el aspecto del problema que compete a nuestra especialidad, sino también, orientando al paciente hacia las diversas áreas que se requieran(1).

El objetivo de este artículo es describir las razones por las cuales se justifica un enfoque multidisciplinario en el estudio del dolor bucofacial persistente.

A través de la historia podemos encontrar controversias en relación a la conceptualización del dolor(1). Para los antiguos griegos el dolor era un componente emocional del espíritu humano lo contrario al placer. Aristóteles consideraba el dolor como un fenómeno puramente afectivo(2).

Por otro lado, para Descartes el hombre tenía un funcionamiento similar al de una máquina; surge entonces el modelo sensorial. De hecho, hasta nuestros días se ha mantenido para muchos el concepto del dolor como un fenómeno puramente sensorial(2,3). Solamente, cuando el modelo sensorial falla, se buscan otras explicaciones, dándose al dolor una definición puramente psicológica(4).

Algunos autores(2,3,4) coinciden en afirmar que a través del tiempo se han ignorado algunos de los componentes que constituyen el dolor, tales como el afectivo y el cognoscitivo. Todavía el rompecabezas no se ha resuelto y el enigma del dolor permanece con nosotros(5).

Probablemente, en este caso, como en la mayoría, la verdad se encuentra en un punto intermedio, es decir, la definición de dolor debe estar ubicada entre lo sensorial, lo afectivo y lo cognoscitivo(4).

Vasudevan(6) afirma que el dolor es un fenómeno complejo que involucra una interacción entre los factores bioquímicos, los fisiológicos, los conductuales y los cognoscitivos, influenciados por los factores socioeconómicos, el sistema de creencias, la dinámica familiar, la habilidad de interrelación y los mecanismos de compensación. Por lo tanto, los investigadores y los profesionales de la salud deberían basar sus conclusiones en los eventos que representen las diferentes dimensiones de la experiencia dolorosa(7).

En este sentido, la Asociación Internacional para el Estudio de Dolor, define el dolor como una experiencia sensorial y emocional no placentera asociada con daño tisular real o potencial o descrito en términos de tal daño(8).

El énfasis de lo anterior está dado sobre el dolor como una experiencia sensorial y emocional en la cual el dolor no está definido, exclusivamente, en términos del impulso nociceptivo, sino también en términos del estado psicológico; particularmente, en el caso de dolor crónico(3).

El dolor es una de las razones principales por la que los pacientes acuden a consulta(9). Turk y Melzack(10) opinan que debe haber un lenguaje común y un sistema de clasificación que se pueda usar de manera consistente, para lograr una mejor comunicación.

El tiempo de duración del dolor es una forma de clasificarlo(10). Vasudevan(6) clasifica el dolor en: agudo y crónico. El dolor agudo es generalmente visto como una experiencia biológicamente significativa, útil y autolimitado en el tiempo. En algunos casos, el dolor puede persistir a pesar de un tratamiento óptimo y se convierte en crónico. El dolor que dura más allá del período usual de recuperación es considerado dolor persistente o crónico(6). El dolor agudo puede ser considerado como un síntoma de una enfermedad, mientras que el dolor crónico como una enfermedad en si misma(9).

Grzesiak y Perrine(11) afirman que el dolor crónico puede ser cualquiera de los siguientes: un dolor de más de seis meses de duración, un dolor que continúa más allá del tiempo de cicatrización, un dolor sin base fisiopatológica aparente, un dolor desproporcionado en relación a los hallazgos orgánicos de origen y un dolor crónico benigno con una causa no neoplásica demostrable, pero sin un tratamiento médico, quirúrgico o farmacológico apropiado.

Aronoff(12) afirma que el dolor crónico es un enigma médico que se ha convertido en un problema de salud pública. El dolor crónico es un problema que involucra sufrimiento, incapacidad, impedimento y grandes gastos. El profesional de la salud debe reconocerlo, diagnosticarlo y tratarlo. Al cambiar la visión del dolor como una percepción más que una sensación ha cambiado la comprensión y el manejo del problema(13). Los pacientes con dolor crónico pueden experimentar una incapacidad mental y física progresiva y una preocupación por su dolor que podría convertirse en el centro de sus vidas(14).

Turk y Rudy(15) enfatizan la importancia de una evaluación completa a los pacientes con dolor crónico, integrando la información de los aspectos físicos, psíquicos y conductuales. El interés por el estudio del dolor crónico continúa creciendo, por lo tanto crece la necesidad de una clasificación que sea aceptada universalmente. Muchas son las especialidades involucradas en el estudio del dolor crónico y cada una de ellas tiene su propio enfoque del problema. Así que, un enfoque multidisciplinario es lo más recomendable(13,16).

Pareciera que en la medicina clínica ha habido un esfuerzo por dicotomizar las clasificaciones, así tenemos: agudo vs. crónico, benigno vs. maligno, ligero vs. severo y tratable vs. no tratable. Sin embargo, pareciera que este tipo de clasificación resulta a veces insuficiente(16).

Surge entonces el sistema de clasificación a través de cinco ejes de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor. La clasificación toma en consideración los siguientes aspectos: lugar (cabeza, cara y boca, región cervical, etc.), sistema (nervioso, respiratorio y cardiovascular, gastrointestinal, etc.), tiempo y duración (un episodio, continuo, recurrente, etc.), severidad (ligero, medio y severo) y etiología (genético, traumático, infeccioso, etc.) (16).

Actualmente no existen esquemas de diagnósticos confiables y válidos para los TTM, lo que existe es la descripción de signos y síntomas relevantes relacionados a estos trastornos. Sin embargo, estos signos y síntomas no se han organizado en un sistema de clasificación diagnóstica confiable y por lo tanto no son útiles para la investigación porque ellos no se describen usando un criterio medible(17).

El síntoma más importante de los TTM es el dolor crónico. El dolor bucofacial persistente es la razón fundamental por la cual las personas buscan tratamiento para estos trastornos(17).

Dahlström(18) afirma que la etiología de los TTM es multifactorial y los pacientes diagnosticados en alguna entidad de los TTM, son grupos heterogéneos. Se propone, entonces, un sistema de dos ejes, en un eje se coloca el diagnóstico físico y en el segundo eje se evalúa el distress psicológico, la disfunción psicosocial asociada con el dolor crónico del trastorno y la incapacidad bucofacial. Un esfuerzo similar se realiza en relación a otros problemas tales como cefaleas, enfermedades reumatoideas, neuralgias craneales, entre otros, los cuales constituyen un problema mayor de salud pública donde el enfoque se orienta hacia un equipo multidisciplinario constituido por científicos de las áreas biológicas, clínicas y conductuales(17).

Inclusive, en la actualidad, Sessle(19) se pregunta cuales serán los mecanismos cerebrales y los factores psicológicos que ocasionan que una persona busque atención para su dolor y otros no y cuales son las influenciaas sociales que promueven esas conductas. Además, este autor opina que uno de los aspectos hacia los cuales se puede dirigir la investigación en este campo es a definir los factores físicos y psicosociales que indican y predicen la progreión o regresión de las condiciones bucofaciales que manifiestan dolor o disfunción neuromuscular. Naturalmente, solo un enfoque multiaxial que apunte a una visión más amplia de la condición del paciente podrá articular los diversos parámetros que involucra la enfermedad(20).


REFERENCIAS.
  1. González O. Depresión e incapacidad en pacientes con dolor bucofacial persistente[disertación]. Caracas: Universidad Central de Venezuela; 1998.
  2. Craig KD. Emotional aspects of pain. En: Wall PD, Melzack R, editores. Textbook of pain. Edinburgh: Churchill Livingstone; 1989: 220-230.
  3. Price DD. Psychological and neural mechanisms of pain. New York: Raven Press; 1988.
  4. Feuerstein M. Definitions of pain. En: Tollison CD, editor. Handbook of chronic pain management. Baltimore: Williams & Wilkins; 1989: 2-5.
  5. Todd EM. Pain: historical perspectives. En: Warfield CA, editor. Principles and practice of pain management. New York: Mc Graw - Hill Inc; 1993: 1-9.
  6. Vasudevan S. Impairment, disability, and funtional capacity assessment. En: Turk DC, Melzack R, editores. Handbook of pain assessment. New York: The Guilford Press; 1992: 100-108.
  7. Bradley LA. Pain measurement in arthritis. Arthritis Care and Research 1993; 6: 178-186.
  8. International Association for the Study of Pain. Classification of Chronic Pain: Descriptions of Chronic Pain Syndromes and Definition of Pain Terms. Pain 1986; (Suppl): 1-222.
  9. Pertes RA, Heir GM. Chronic orofacial pain. A practical approach to differential diagnosis. Dental Clinics of North America 1991; 35(1): 123-140.
  10. Turk DC, Melzack R. The measurement of pain and the assessment of people experiencing pain. En: Turk DC, Melzack R, editores. Handbook of pain assessment. New York: The Guilford Press; 1992: 3-12.
  11. Grzesiak RC, Perrine KR. Psychological aspects of chronic pain. En: Wu W, editor. Pain management. Assessment and treatment of chronic and acute syndromes. New York: Human Sciences Press Inc; 1987: 44-69.
  12. Aronoff GM. Psychological aspects of nonmalignant chronic pain: a new nosology. En: Aronoff GM, editor. Evaluation and treatment of chronic pain. Baltimore - Munich: Urban & Schwarzenberg; 1985: 471-484.
  13. Cailliet R. Pain: mechanisms and management. Philadelphia: F.A. Davis Company; 1993.
  14. Mansfield J. Multidisciplinary approaches to the chronic pain patient. En: Krueger D, editor. Rehabilitation psychology. A comprehensive textbook. Maryland: an Aspen Publication; 1984: 337-344.
  15. Turk DC, Rudy TE. Towards a comprehensive assessment of chronic pain patients. Behavior Research Therapy 1987; 25(4): 237-249.
  16. Boyd D. Taxonomy and classification of pain. En: Tollison CD, editor. Handbook of chronic pain management. Baltimore: Williams and Wilkins; 1989: 6-9.
  17. Dworkin SF. Approach to the problem. En: Dworkin SF, LeResche L, editores. Research diagnostic criteria for temporamandibular disorders: review, criteria, examinations and specifications, critique. Journal of Craniomandibular Disorders, Facial and Oral Pain 1992; 6(4): 301-355.
  18. Dahlström L. Psychometrics in temporomandibular disorders. An overview. Acta Odontologica Scandinava 1993; 51: 339-352.
  19. Sessle BJ. Orofacial pain: quo vadis?. Journal of orofacial Pain 2000; 14 (1): 5-6.
  20. Turk DC. Strategies for classifying chronic orofacial pain patients. Anesthesia progress 1990; 37: 155-160.